El cine es distracción, pasatiempo, recreo, juego, placer, desahogo y fiesta. Especialmente para los que lo hacen. Aquí en el cine, nunca paso demasiado. La palabra sagrada en argentina es: careta. Todos somos caretas. Te dicen: hay dos o tres formas de hacer las cosas, y ni ahí, hay infinitas formas.
Tiro un ejemplo de las marcas que la careteada deja en nuestra forma de hacer y ser: el pánico a la lucidez que da todo lo ebrio. A todos nos gusta la joda, pero si cuentan algo referente a drogas, putas, merca, chupi y morfi pareciera escrito por el curita del barrio. Si al El Decameron y a Rebeláis los vamos a seguir poniendo en el sótano, es retroceder cientos de años. Se maneja un tema neurótico de temor a convertirse en lo que uno es y de supremacía del miedo sobre el deseo. Fíjate vos el asco que hay a todo lo alegre o apenas no moralizante en todos los relatos. Son escasas las excepciones.
Acá los lumpenes y garcas tomaron la dirección cultural, y así no vamos a ningún lado, ellos tienen que tener su espacio, pero no la hegemonía. Son gente muy tensa, muy maricona, con demasiados problemas no resueltos (muy pelotudos por otra parte), que viven para romper las pelotas a los Maradonas, a los Charly, a los Luca Prodan, a los Hugos del Carril, a los Gatica, a todo sujeto no identificable y en lo posible piola, (él cual si hace guita y tiene éxito laburando les produce una envidia demoniaca) a los cuales se los hostiga hasta matarlos o dejarlos groggy, envolverlos en sorete y luego rendirle homenaje el día de su muerte. Porque los mierdas nacen para liquidar a los que no son de su raza, es un hecho.
Entonces a partir de eso, de ese karma argento. ¿Cómo contar una historia que no sea para policías y curas?
Juan Carlos Clemente demuestra, que hay mas puertas en el panorama creativo argento. Cultor del cine malo (clase b es mentir) de terror (genero), dirige, actúa y guiona (lo que se dice cine de autor).
Chicas fuertes y jóvenes, con buenas ancas, en jumper, perseguidas por feos vampiros los cuales suele encarnar Juanca (dice tener 50 y pico, pero luce de 75) que terminaran en sus voraces y afilados colmillos, a las cuales siempre toma de las tetas antes de engullirlas. Otra variante es la demoniaca, la cual es igual pero él hace de príncipe de las tinieblas.
Tiene cuatro cortometrajes que encierran el más morboso satanismo. En todos los casos las historias son similares, sensuales colegialas, adoradoras de Satanás y un enviado diabólico interpretado casi siempre por el Juanca Clemente.
Evidentemente no se han realizado con un gran presupuesto, su dirección es desastrosa y aspectos como la luz, el sonido, la fotografía y la actuación son de lo peor. Lo más interesante de estos cortos son lo lascivo y lo libidinoso de algunas escenas que logra con maestría Clemente, sin contar con desnudos totales las cuales podemos apreciar en películas como El Profesor (8 minutos), Violencia maléfica Pactum (14 minutos), Violencia maléfica 2 Regreso mortal (13 minutos), Violencia maléfica 3 El ángel de la muerte (17 minutos) siempre junto a su fiel Sancho en cámara y edición: Gastón Viesti y algunas de sus chicas como las ya conocidas, Laura Matas, Verónica Gieco, Carolina Costas, Jessica Ruano y tantas otras que han hecho la felicidad de mucha gente que espera poco de la vida, pero bien podrido.