jueves, febrero 12, 2009

MUJER BARBUDA SOBRE UN TRANSATLÁNTICO EN LLAMAS

Sé lo que es una mala racha. Hace poco empezaron a morirse de pena todos mis amigos, y como la cosa es contagiosa me agarro miedo. Así que vendí mi casa y con ese dinero me embarque en el ultimo viaje en transatlántico que se haría; ya que ahora la gente quería viajar más rápido hacia cualquier lugar y no lento hacia cualquier lugar. Para mí era mejor lento ir hacia cualquier lugar.

Luego de unos días de estar en pleno océano Atlántico me di cuenta que la gente era maravillosa y hermosa, pero nadie me daba bolilla. Estaba solo, pero no triste. Cuando pasaban los días me di cuenta que era un desatino estar solo, entre esa multitud tan glamorosa. Entonces me encerré en mi camarote y salía por las noches a la cubierta principal, y a veces por las bodegas de carga, a fumar y confraternizar con los marinos, a contarles que era insomne y que estaba pasándola muy bien y pasábamos el tiempo, hablando del tipos de cabos y de nudos marineros.

El incendio empezó en las bodegas, parece que fue intencional. Vi a la gente matándose por un mísero salvavidas, arrancándose las caras a rasguños por un bote. Yo me dirigí al bar, había visto un par de botellas que eran un pecado que se fueran al fondo del mar y luego pase por la enfermería, si las cosas se ponían mal nunca esta de mas algo de morfina. Cuando estaba revolviendo la enfermería y el agua subía hasta mis rodillas y los gritos y estallidos me distraían de la búsqueda, la vi pasar a ella por el pasillo, caminado lentamente, con un vestido rojo. Me trajo suerte, encontré el lugar donde estaban las ampollas, y las puse en el bolso marinero donde tenia las bebidas. Ya con el agua al cuello, muy cansado por mi pesada carga y flotando, entre cadáveres e inmundicias, logre salir a popa donde las cosas estaban bastante movidas e inclinadas y en llamas, ella estaba allí: una mujer bellísima con una barba enorme, apoyada en el pasamanos, totalmente calmada. Le dije si no pensaba salvarse y me dijo, que no.

Me tire al mar con mis pertenencias y logre caer cerca de un bote que llevaba a una anciana, una sirvienta y a sus siete perros de pura raza, nade hacia allí y mientras me decían que no había lugar, logre subirme. Mientras intentaban tirarme al agua yo solo tenia ojos para ver a la extraña criatura y estaba allí, una mujer barbuda en un transatlántico en llamas, con fondo de estrellas. Luego hubo una explosión y vi el vestido rojo volar por los aires.

viernes, febrero 06, 2009

No es una guerra, no hay ejércitos enfrentados. Es una matanza.
No es una represalia, no son los cohetes artesanales que han vuelto a caer sobre territorio israelí sino la proximidad de la campaña electoral lo que desencadena el ataque.
No es la respuesta al fin de la tregua, porque durante el tiempo en el que la tregua estuvo vigente el ejército israelí ha endurecido aún más el bloqueo sobre Gaza y no ha cesado de llevar a cabo mortíferas operaciones con la cínica justificación de que su objetivo eran miembros de Hamas. ¿Acaso ser miembro de Hamás despoja de condición humana al cuerpo desmembrado por el impacto del misil y al supuesto asesinato selectivo de su condición de asesinato sin más?.
No es un estallido de violencia. Es una ofensiva planificada y anunciada hace tiempo por la potencia ocupante. Un paso más en la estrategia de aniquilación de la voluntad de resistencia de la población palestina sometida al infierno cotidiano de la ocupación en Cisjordania y en Gaza a un asedio por hambre cuyo último episodio es la carnicería que en estos días asoma en las pantallas de nuestros televisores en medio de amables y festivos mensajes navideños.
No es un fracaso de la diplomacia internacional. Es una prueba más de complicidad con el ocupante. Y no se trata sólo de Estados Unidos que no es referencia moral ni política sino parte, la parte israelí, en el conflicto; se trata de Europa, de la decepcionante debilidad, ambigüedad, hipocresía, de la diplomacia europea.
Lo más escandaloso de lo que está pasando en Gaza es que puede pasar sin que pase nada. La impunidad de Israel no se cuestiona. La violación continuada de la legalidad internacional, los términos de la Convención de Ginebra y las mínimas normas de humanidad, no tiene consecuencias. Más bien, al contrario, parece que se premia con acuerdos comerciales preferentes o propuestas para el ingreso de Israel en la OCSE. Y qué obscenas resultan las frases de algunos políticos repartiendo responsabilidades a partes iguales entre el ocupante y el ocupado, entre el que asedia y el asediado, entre el verdugo y la víctima. Qué indecente la pretendida equidistancia que equipara al oprimido con su opresor. El lenguaje no es inocente. Las palabras no matan pero ayudan a justificar el crimen. Y a perpetuarlo.
En Gaza se está perpetrando un crimen. Lleva tiempo perpetrándose ante los ojos del mundo. Y nadie podrá decir, como en otro tiempo se dijo en Europa, que no sabíamos.
Firmas: José Saramago, Teresa Aranguren, Pedro Martínez Montávez, Rosa Regás, Pilar del Río, Cármen Ruiz Bravo, Belén Gopegui, Constantino Bértolo, Santiago Alba Rico.