miércoles, agosto 20, 2008

Y mi cabeza cuelga, con sus pensamientos, en la pared descascarada, cerca de un póster de un atardecer (extraordinariamente dorado) en una playa y una pareja de la mano, caminando cerca de las olas, con un poema corto sobre el amor.

Miro el libro sobre la mesa, que estuve mirando toda la noche: Dictionnaire Infernal, edición 1818, de Collin de Plancy. El hombre de los dibujos de los seres asombrosos y los catálogos demoníacos.

Por la ventana de mi cuarto llegan voces, sin distinguir lo que hablan, y sonidos de tachos de lata golpeados en la calle.

Cada uno tiene su Dictionnaire Infernal, en este mundo encantado, que vamos dibujando durante la vida y negándolo toda la vida.

Somos Reyes y Magos negándonos a ver lo invisible.