martes, mayo 24, 2011

UNA SANTAFESINA AL MANDO DE UNA COLUMNA DE POUM

Mika Feldman de Etchebéhère nació en Moisesville, provincia de Santa Fe (Argentina) en 1902. Hija de padres rusos que habían llegado unos años antes a Argentina huyendo de los pogromos de la Rusia zarista, pasa la infancia oyendo los relatos de los revolucionarios rusos que se habían fugado de las cárceles siberianas.




Comenzo su militancia política en un grupo de mujeres anarquistas en la ciudad de Rosario, y a los 18 años va Buenos Aires a estudiar odontología. En 1920, Mika participa en el grupo editor de la revista Insurrexit, referente fundamental de la vanguardia política y cultural de su tiempo donde militara con el poeta Eduardo Gonzalez Lanuza, Roberto Noble (luego fundador del Diario Clarin), Hector Raurich y otras personas que siendo marxistas revolucionarios mantenian criticas con la reciente revolucion Rusa de Octubre; es ahí donde conocerá a Hipólito Etchebéhère, a quien se unirá sentimentalmente. Los dos viajaron por toda la Argentina y especialmente por la patagonia, Mika trabajando como dentista y como ayudante Hipólito.



A principios de los años 30 viajan por Europa, siendo ambos testigos de la escalada del nazismo en Alemania. Posteriormente, en Francia fundará Que Faire? junto con otros militantes socialistas.



Cuando la pareja llega a Madrid en julio del 36, les sorprende el levantamiento militar. Partirán entonces hacia el frente de Guadalajara con la Columna Motorizada del POUM, de la que Hipólito es responsable. A la muerte de éste, al mes de entrar en combate, Mika asumirá la responsabilidad de la columna, con la posterior militarización de las milicias, alcanzará el grado de capitana (única mujer con mando de tropa en la guerra de 1936-39). Esta experiencia es la que refleja en el libro “Mi guerra de España” que ella escribiria en la decada del 70, el relato de va mucho más allá de la exposición del horror de la guerra. “Mi guerra de España” es, sobre todo, la narración lúcida y emocionada de una mujer que no sólo tuvo que enfrentar los prejuicios de sus propios camaradas, sino las intrigas y persuciones de los agentes de Stalin contra el proceso revolucionario que se desarrollaba en el bando republicano. Sin embargo, en estas memorias no hay la mínima concesión al heroismo militarista. Al contrario, la prosa directa e intensa de este libro nos pone ante el testimonio de una mujer que no esconde sus vacilaciones, sus decepciones, sus contradicciones; sentimientos todos de una capitana atípica, como no podía ser de otro modo, en una mujer “carente del mandamiento del odio”.



Luego de la Segunda Guerra Mundial se instala en Francia, participa en diferentes periodicos, y revistas politicamente de izquierda y generalmente feministas, el mayo del 68 la encontrara rodeada de estudiantes, durante la dictadura Argentina del 76-83 estara marchando contra ella, imbuida de un insobornable espíritu revolucionario que mantendría hasta el final de sus días en París, en 1992.

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